Paraguay hoy es un importante productor mundial de harina y aceite de soja. La industria aceitera nacional produce alrededor de 600.000 toneladas de aceite por año y el 98 % del procesamiento corresponde a la soja, aunque también se industrializan otros granos como canola y girasol en menor escala.
En esta entrega de Sepa más, Raúl Valdez, titular de la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro), conversó con La Nación/Nación Media para conocer a fondo este importante rubro que este 2025 ya superó los niveles de procesamiento de los últimos cinco años.
Esto confirmó la fortaleza y resiliencia del rubro, a pesar de las complejas condiciones comerciales que se tienen a nivel global, empezó diciendo el representante del gremio. Si bien se produce principalmente aceite de soja, también se tienen otros aceites en menor proporción.
La producción nacional se comercializa en dos formatos: uno de ellos es el aceite crudo, utilizado en industrias y destinado a la exportación, que es la materia prima principal para producción de biodiésel de aceite de soja a nivel regional. Mientras que en menor proporción se encuentra el aceite refinado y envasado, destinado al consumo familiar.

Los tres departamentos líderes en producción aceitera son Alto Paraná con 2,65 millones de toneladas, Itapúa con 1,7 millones de toneladas, Canindeyú con 1,5 millones, según datos de la campaña 2023/24.
Envíos por USD 1.400 millones
Como país exportamos aceite, harina y cascarilla de soja por valores que pueden superar los USD 1.400 millones anuales, dependiendo de los precios internacionales y del nivel de procesamiento. Sin embargo, el potencial es aun mucho mayor, destacó Valdez.
Las principales procesadoras de oleaginosas están agrupadas en la Cappro. Son 10 las empresas que elaboran aceite: ADM, Bisa, Bunge, Caiasa, Cahpsa, Cargill, Copagra, LDC, Merco y Oleaginosa Raatz.

“En conjunto, representan prácticamente toda la capacidad industrial instalada para la producción de aceites y derivados en Paraguay”, dijo. En cuanto al capital de las mismas, sostuvo que existe una combinación de capital local y extranjero.
Sin embargo, enfatizó que una vez instalada la inversión física, la agroindustria es 100 % paraguaya, porque genera empleo, paga impuestos y desarrolla cadenas enteras dentro del país.

Empleos
“La agroindustria genera miles de empleos directos e indirectos en todo el país, incluyendo procesamiento, logística, seguridad, calidad, mantenimiento y servicios”, aseveró Valdez. Agregó que con ella se generan empleos de calidad con un mayor efecto multiplicador sobre la economía local, impulsando demanda de bienes y servicios, transporte, energía, metalmecánica y construcción.
Asimismo, recalcó que las industrias de procesamiento de soja son un pilar de la economía nacional que generan divisas, impulsan el desarrollo rural y ayudan a estabilizar los precios para los productores durante todo el año, reduciendo su dependencia de mercados volátiles. El rubro tiene un fuerte impacto en otras cadenas como la avícola, porcina, piscícola, láctea, biodiésel y alimentos balanceados.
Proyecciones para el cierre de año
Las perspectivas para el final de año son muy positivas, ya que hasta octubre las aceiteras lograron procesar cerca de 3.000.000 de toneladas de soja, superando todos los registros desde 2020.
“El 2025 estaría entre los mejores años para la agroindustria paraguaya, consolidando al país como un actor industrial relevante en la región”, añadió Valdez sobre el sector que genera divisas, impulsa el desarrollo rural y ayuda a estabilizar los precios para los productores durante todo el año, reduciendo su dependencia de mercados volátiles.
Por último, el presiente de la Cappro dijo que las principales dificultades que enfrenta el sector son las distorsiones fiscales debido a faltas de políticas claras para el procesamiento de la soja a nivel local.
Le siguen las situaciones logísticas, ya que al depender de condiciones hidroclimáticas se pueden encarecer los envíos. Y por otro lado, se tienen desventajas de índole estructural en comparación con países vecinos de gran escala que cuentan con políticas e incentivos que priorizan el agregado de valor a través de la industrialización local.

Fonte: La Nacion


