Violencia sexual en la infancia: casi 2 de cada 10 mujeres la padecieron y enfrentan secuelas de por vida

Un estudio global revela la magnitud de este flagelo que arrasa con la salud física y emocional de millones de niñas en el mundo. Expertos alertan sobre consecuencias graves y piden acciones urgentes.

Una realidad devastadora: millones de mujeres arrastran heridas desde la niñez

Una de las formas más invisibilizadas y devastadoras de violencia es la que se ejerce contra niñas y niños en su etapa más vulnerable, la infancia.

Un reciente estudio publicado por la revista científica The Lancet estimó que alrededor del 18,9% de las mujeres en el mundo —casi 2 de cada 10— fueron víctimas de violencia sexual antes de los 18 años. Esta cifra, por sí sola alarmante, se dispara en ciertas regiones, donde la prevalencia puede alcanzar hasta el 30% o incluso más.

La investigación fue realizada por el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, a partir de datos recogidos entre 1990 y 2023 en 204 países. Según el informe, la violencia sexual durante la infancia también afecta a los varones (con una prevalencia del 14,8%), pero las mujeres son las más afectadas de forma sistemática.

Los países con mayor prevalencia y el riesgo persistente

Entre los países donde la violencia sexual infantil presenta las cifras más elevadas están India, Costa Rica, Chile y naciones del sudeste asiático y Oceanía, donde los casos superan con creces la media global. Algunos registros indican que en estos lugares hasta 3 de cada 10 niñas fueron víctimas de abuso sexual.

En el caso de los varones, los países con tasas más altas son Costa de Marfil, Bangladesh, Botsuana y Haití, lo que demuestra que este tipo de violencia no reconoce fronteras ni géneros, aunque las consecuencias tienden a manifestarse de forma distinta según el contexto social y cultural.

“La violencia sexual contra los niños es un problema generalizado de derechos humanos y salud pública, y el mundo está fracasando claramente en su intento de acabar con ella”, advirtió Emmanuela Gakidou, autora principal del informe y profesora del IHME.

Consecuencias que marcan una vida entera

Las psicóloga Laura Cuenca señala que las consecuencias del abuso sexual infantil no se limitan al momento del hecho. Por el contrario, pueden extenderse durante toda la vida de la víctima. Según la misma, estas personas enfrentan un mayor riesgo de desarrollar trastornos como depresión, ansiedad, consumo problemático de sustancias, enfermedades de transmisión sexual, e incluso dolencias físicas como asma.

Cuenca, quien es especialista en trauma infantil, subraya que “el abuso sexual infantil rompe los pilares básicos del desarrollo emocional. La víctima crece con un mensaje interno de culpa, vergüenza y desvalorización, muchas veces sin poder hablar de lo que vivió, por miedo o por falta de apoyo”.

Además de los trastornos psicológicos, el impacto se extiende a las relaciones afectivas, la vida sexual adulta, la confianza en los demás y la capacidad de poner límites. “En consulta veo a muchas mujeres adultas que nunca pudieron sanar completamente aquello que les ocurrió de niñas, porque no fueron creídas, no recibieron ayuda o simplemente reprimieron el dolor para sobrevivir”, añade la especialista.

El silencio impuesto: miedo, vergüenza y desprotección

Una de las características más crueles del abuso sexual infantil es el silencio que lo rodea. En muchos casos, las víctimas no pueden —o no se atreven— a hablar. Algunas porque son demasiado pequeñas para comprender lo que les ocurrió, otras porque el agresor es parte de su entorno cercano, como un familiar, vecino o figura de autoridad.

“La cultura del silencio y la revictimización hacen que muchas niñas guarden en secreto por años lo que les pasó. Y eso hace que el trauma no pueda ser elaborado, lo que lo vuelve más profundo y difícil de tratar”, explica Cuenca.

La urgencia de prevenir, detectar y acompañar

El informe advierte que, ante la magnitud del problema, es urgente reforzar los sistemas de prevención y respuesta desde múltiples frentes, salud, educación, justicia y asistencia social. Prevenir implica no solo educar a niñas y niños sobre sus derechos y sobre el consentimiento, sino también capacitar a los adultos responsables —padres, docentes, médicos— para detectar señales de alerta y actuar a tiempo.

Asimismo, los países deben implementar políticas públicas eficaces para garantizar atención psicológica gratuita y especializada a las víctimas, así como mecanismos seguros para denunciar los abusos.

“No se trata solamente de castigar al agresor, sino de construir entornos donde los niños estén protegidos, escuchados y acompañados”

Laura Cuenca, psicóloga

“Y para eso hace falta voluntad política, inversión sostenida y un cambio cultural profundo que ponga a la infancia como prioridad”.

Datos que impulsan decisiones

Una de las conclusiones más relevantes del estudio es la importancia de contar con datos precisos y actualizados sobre la prevalencia de la violencia sexual infantil. La recopilación de esta información permite orientar las políticas de prevención, respuesta y atención, y visibiliza una problemática que durante años fue minimizada o directamente ignorada.

“La magnitud de la violencia sexual infantil no se puede subestimar. Es una emergencia silenciosa que requiere una respuesta firme, coordinada y global”, concluye el informe.

Fonte: Paraguay.com