En los últimos meses, Paraguay experimenta un notable incremento en la cantidad de renuncias laborales, fenómeno que, según especialistas, se duplicó respecto a años anteriores.
Las causas no se limitan únicamente a los problemas económicos o contractuales, sino que reflejan un conjunto de factores sociales, emocionales y culturales que están transformando la relación de los trabajadores con el empleo.
El analista laboral Enrique López Arce, referente en temas de empleo y mercado laboral, explicó que “uno de cada tres casos de renuncia tiene su raíz en la informalidad”. Es decir, situaciones donde los derechos laborales no se respetan plenamente. “El 33% de las renuncias se debe a prácticas informales, personas que trabajaron horas extras y no fueron pagadas, o casos en los que se les prometió un salario determinado y luego se les entregó un monto menor”, señaló el experto.
López Arce indicó que este tipo de experiencias generan frustración y pérdida de confianza hacia los empleadores.
“El trabajador se cansa de la falta de transparencia y de promesas incumplidas. Llega un punto en el que renunciar se convierte en un acto de dignidad más que de desesperación”
Enrique López Arce, experto en empleos.
Un mercado laboral que cambia con el calendario
El último trimestre del año representa una etapa particular para el mercado laboral paraguayo. De acuerdo con López Arce, es el momento en que las empresas —especialmente las del sector gastronómico, logístico, comercial y de la construcción— amplían su plantilla con empleos temporales para responder a la alta demanda de fin de año.
“Octubre, noviembre y diciembre son los meses donde se genera la mayor cantidad de trabajos eventuales. Con la llegada de las fiestas, la economía se mueve, hay más consumo y se necesitan más manos para atender ese ritmo”, explicó.
Durante el cierre del 2023, la cantidad de asalariados privados aumentó de 1.181.992 a 1.186.200, lo que significó 5.300 empleos adicionales. En 2024, ese salto fue mucho más pronunciado: de 1.219.000 a 1.224.000 trabajadores, un incremento de alrededor de 24.000 puestos. “Esa tendencia se mantiene y podría crecer este año. Sin embargo, debemos aclarar que no se trata de empleo formal ni sostenible en el tiempo, sino de contrataciones estacionales”, subrayó el especialista.
López Arce llama a los trabajadores a no dejar pasar esta oportunidad de inserción laboral: “Es una buena ventana para quienes están desempleados o buscan un ingreso extra. Pero también es importante que exijan contratos claros y condiciones adecuadas para evitar caer en la informalidad que tanto daño hace al sistema”.
El otro lado de las renuncias: cansancio, presión y salud mental
Desde el ámbito psicológico, los profesionales observan un patrón que se repite con fuerza en los últimos años, cada vez más trabajadores renuncian no solo por razones económicas, sino por el desgaste emocional que genera el entorno laboral actual.
La psicóloga organizacional Laura Cabrera analizó este fenómeno y señaló que “muchas personas llegan al punto de decir basta porque sienten que su bienestar está siendo vulnerado. Los niveles de estrés, ansiedad y agotamiento se incrementaron en la postpandemia, y eso se refleja directamente en la decisión de abandonar un trabajo”.
Cabrera explicó que existen factores emocionales profundos detrás de cada renuncia. “No se trata solo del salario. Las personas quieren sentirse valoradas, tener un ambiente sano, estabilidad y tiempo para su vida personal. Cuando eso no ocurre, se produce una desconexión emocional con el empleo que tarde o temprano lleva a la renuncia”, destacó.
Además, la psicóloga mencionó que las generaciones más jóvenes, entre 25 y 35 años, están redefiniendo las prioridades laborales. “Para ellos, la calidad de vida y la salud mental están por encima de la estabilidad económica. Prefieren dejar un empleo antes que comprometer su bienestar emocional, algo que antes era impensable”, afirmó.
Nuevas tendencias laborales y desafíos estructurales
El aumento de las renuncias también refleja un cambio cultural más amplio: los trabajadores ya no toleran prácticas abusivas o entornos laborales poco saludables. Según Cabrera, esto puede verse como una señal positiva de madurez social. “La renuncia, en muchos casos, es una forma de resistencia ante estructuras laborales desactualizadas. Las empresas deben comprender que la motivación no se sostiene solo con dinero, sino con respeto, equilibrio y propósito”, remarcó.
Por su parte, López Arce insistió en la necesidad de abordar de manera integral la informalidad laboral. “El Estado, las empresas y los sindicatos deben trabajar juntos para construir un sistema que ofrezca estabilidad y confianza. Mientras no haya una reforma estructural, seguiremos viendo altos índices de renuncias y rotación”, advirtió.
Los expertos coinciden en que el desafío está en generar entornos laborales más humanos y sostenibles, donde la estabilidad no dependa solo del calendario ni de la coyuntura económica. En palabras de Cabrera: “El trabajo debería ser un espacio de desarrollo, no una fuente de sufrimiento. Si logramos entender eso, quizás en los próximos años veamos menos renuncias y más compromiso genuino”.
Fonte> Paraguay.com