Época de exámenes: “El rendimiento académico no define el valor ni el potencial de un niño”

La psicóloga infantil, Melissa Sánchez, se refirió a la presión que suele generar tanto en niños, adolescentes, como en padres de los mismos, la etapa de exámenes finales. La profesional recuerda la importancia de acompañarlos pero sin demasiada exigencia.

El año escolar va llegando a su fin con los exámenes finales, por lo que generalmente, tanto niños como adolescentes, suelen llegar cargado de exigencias por trabajos acumulados, clausuras y, muchas veces, la presión de “cerrar bien” el ciclo.

Junto con los estudiantes, también los padres transitan este período con altos niveles de expectativa, estrés y ansiedad, lo que puede impactar en el estado emocional de toda la familia.

Según Melissa Sánchez, psicóloga infantil, “en los niños y adolescentes, a nivel psicológico el cansancio acumulado del año, la sobrecarga académica y el miedo a equivocarse pueden generar dificultades para concentrarse, irritabilidad o cambios de humor, además de preocupación excesiva por el rendimiento y las notas, menor tolerancia a la frustración, incluso en situaciones que durante el año toleraban bien”.

De hecho, muchos intentan sostener el esfuerzo hasta el último día, pero su sistema emocional ya se encuentra saturado. “No es falta de voluntad, es un límite natural que todos tenemos, con la diferencia de que los adultos solemos tener más recursos para gestionar las emociones”, añadió la psicóloga.

Época de exámenes: “El rendimiento académico no define el valor ni el potencial de un niño”

Por su parte, los padres también llegan agotados por la responsabilidad de acompañar tareas, gestionar horarios, asistir a reuniones, sostener la rutina diaria y todo ello, puede generar expectativas muy elevadas sobre las notas de los chicos.

“En este contexto, es común que surjan tensiones, discusiones y frustración mutuas. Existe un estrés por querer que ‘todo salga bien’ y se da menor paciencia ante las conductas de los hijos, como así también, mayor sensibilidad frente a cualquier contratiempo”, explicó.

Es por eso que, la entrevistada recordó que “el rendimiento académico es importante, pero no define el valor ni el potencial de un niño. Los exámenes miden conocimientos puntuales, no su creatividad, su resiliencia, su capacidad de aprender, ni su crecimiento emocional a lo largo del año”.

En este sentido, la función de la familia no debe ser presionar, sino sostener, acompañar y validar.

“Los exámenes miden conocimientos puntuales, no su creatividad, su resiliencia, su capacidad de aprender, ni su crecimiento emocional a lo largo del año”

Melissa Sánchez, psicóloga infantil

¿Cómo encarar las vacaciones de verano?
Sánchez explicó igualmente que, las vacaciones no son solo descanso, sino también un tiempo de recuperación emocional profunda para el niño u adolescente. “El cerebro necesita bajar revoluciones para procesar todo lo vivido durante el año escolar. Siempre que sea posible, es importante para toda la familia flexibilizar la rutina y permitirse un ritmo más amable”.

Algunas recomendaciones:
-Fomentar espacios de juego libre y actividades sin evaluación.
-Reforzar el vínculo, conversar, compartir actividades y conectar desde el disfrute.
-Establecer rutinas flexibles pero contenedoras para evitar desorganización.
-Permitir el aburrimiento creativo, donde aparece la imaginación y la autorregulación.
-Evitar anticipar presiones del próximo año (como hablar de notas, exigencias o rendimiento futuro).
-Priorizar el descanso físico y emocional.
-Validar emociones y ofrecer contención cuando aparezca frustración o cansancio.

“Es muy importante que, si los niños o adolescentes se encuentran en proceso terapéutico, no se abandone abruptamente el acompañamiento. Las vacaciones pueden ser una oportunidad para profundizar, estabilizar o consolidar avances sin la presión escolar. Suspender los espacios de apoyo justo cuando más lo necesitan puede generar retrocesos o malestar”, terminó agregando.

Fonte: Paraguay.com