Conseguir empleo en Paraguay es, para muchas personas, una carrera de obstáculos. A pesar de las ganas, la formación o incluso la experiencia, diversos factores sociales y estructurales dificultan el acceso al mundo laboral. Entre ellos destacan tres: la alta tasa de informalidad, la discriminación por edad y los prejuicios hacia las madres trabajadoras.
Pero la problemática no termina ahí. A la lista se suman desafíos como la subocupación, la falta de orientación profesional, la sobreoferta de ciertos perfiles y una escasa educación financiera.
El laberinto de la informalidad
Uno de los principales enemigos del empleo digno en Paraguay es, sin duda, la informalidad. De acuerdo con datos del 2023, 8 de cada 10 personas que buscan trabajo lo hacen en condiciones informales, es decir, sin seguro, sin estabilidad ni derechos laborales básicos.

Esta situación afecta con fuerza a los jóvenes, quienes al culminar sus estudios deben enfrentarse a una paradoja: no consiguen trabajo porque no tienen experiencia, pero no tienen cómo obtener experiencia porque no los contratan.
“El primer empleo sigue siendo una deuda pendiente. Tenemos leyes que intentaron impulsarlo, como la 1980 y la 4951, pero nunca funcionaron porque carecieron de recursos para incentivar a las empresas”, explicó el especialista en empleos Enrique López Arce.
En países donde estas normativas se aplican correctamente, el Estado compensa al empleador por dar oportunidades a jóvenes sin experiencia. En Paraguay, sin embargo, el sistema se estancó en el papel.
Edad: el límite silencioso
Otro obstáculo menos visible, pero igualmente perjudicial, es el prejuicio hacia los trabajadores mayores. Según López Arce, a partir de los 40 años la reinserción laboral se vuelve cuesta arriba, principalmente por la percepción de que las personas mayores no se adaptan con facilidad a nuevas herramientas o dinámicas laborales.
El dato es elocuente: el 75% de la fuerza laboral activa se encuentra entre los 18 y 45 años. Aunque la ley no impone límites, el mercado laboral sí lo hace, de forma silenciosa pero efectiva.

Ser madre, un motivo de exclusión
El caso de las mujeres que son madres refleja otro rostro de la discriminación laboral. A muchas se les niega la posibilidad de trabajar simplemente por tener hijos pequeños, bajo el argumento de que podrían faltar o no estar 100% disponibles.
“Hay mujeres que sienten la necesidad de ocultar que son madres para que las contraten. Si mencionan que tienen hijos chicos, es casi seguro que no las eligen”, lamentó López Arce.

Este tipo de exclusión no solo vulnera derechos, sino que refleja una visión obsoleta del mundo del trabajo, donde todavía se castiga la maternidad en lugar de generar condiciones de conciliación.
“Trabajar en lo que sea” ya no basta
Una de las frases más comunes entre los jóvenes es “quiero trabajar en lo que sea”. Sin embargo, esa actitud, aunque bien intencionada, puede jugar en contra. Hoy en día, los empleadores valoran la claridad de objetivos y la especialización. No definir un rumbo laboral puede hacer que un perfil pierda fuerza frente a otros más enfocados.
Desde el Ministerio de Trabajo recomiendan a los jóvenes definir sus intereses, capacitarse en áreas con alta demanda y realizar test de orientación para encontrar un camino profesional claro.
Los empleos invisibles y la sobreoferta administrativa
Una de las causas por las que tantos jóvenes no logran insertarse es la saturación en ciertas áreas, especialmente en puestos administrativos, que son los más buscados pero también los más ofertados. Esto genera una competencia feroz y reduce las posibilidades de conseguir trabajo en ese rubro.
Mientras tanto, existen sectores menos conocidos o “invisibles” con demanda laboral real, pero que no reciben atención porque no se los difunde adecuadamente.
“Desde la Dirección General de Empleo trabajamos con psicólogos laborales para ayudar a los jóvenes a descubrir estos nichos con oportunidades reales”, mencionó López Arce.
La constancia, una herramienta poco valorada
Buscar trabajo puede ser frustrante. Muchas personas se rinden tras dos o tres entrevistas fallidas, sin saber que el éxito muchas veces aparece en la sexta, séptima o incluso en la décima entrevista. La perseverancia es clave.
Además de insistir, es fundamental aprender de cada proceso: mejorar la presentación, actualizar el currículum, practicar las respuestas y prepararse mejor para el siguiente intento.
Educarse para administrar el salario
Un aspecto muchas veces ignorado es la educación financiera. Varios jóvenes, una vez que consiguen empleo, caen en un ciclo de endeudamiento por falta de planificación: compran a plazos extensos o no ahorran para imprevistos.
Los especialistas recomiendan evitar endeudamientos largos ni bien se consigue un salario fijo y, en lo posible, crear un fondo de emergencia para garantizar estabilidad financiera ante cualquier contratiempo.
Detalles que pueden marcar la diferencia
Algnos errores comunes pueden alejar aún más a un candidato del mercado laboral. Cambiar frecuentemente de número telefónico, no actualizar el CV o presentar datos incompletos son señales de desorganización o desinterés para los reclutadores.
Corregir estos detalles puede significar la diferencia entre un “lo llamamos” y un “está contratado”.
Industrialización: una vía de salida
Finalmente, López Arce insiste en que la apuesta a la industrialización es clave para cambiar el panorama laboral. Atraer empresas, fomentar el empleo formal y capacitar a la mano de obra local son pasos urgentes.
Destacó además la ley de Mipymes, que aún espera su reglamentación, como una herramienta potente para estimular el empleo en sectores que hoy sostienen buena parte de la economía nacional.
Fonte: Paaguay.com