El fenómeno de los medicamentos GLP-1, como Ozempic, Wegovy y Zepbound, revolucionó el tratamiento de la obesidad en los últimos años.
Estos fármacos, inicialmente desarrollados para la diabetes tipo 2, se convirtieron en la esperanza de millones de personas que buscaban bajar de peso de forma rápida y eficaz. Sin embargo, un estudio reciente reveló una realidad que pone en duda su sostenibilidad, menos del 10 % de los pacientes logra mantener el tratamiento a largo plazo.
Una promesa con resultados visibles
Los agonistas del péptido similar al glucagón-1 (GLP-1) funcionan imitando la acción de una hormona intestinal que regula el apetito y la glucosa en sangre. En la práctica, logran reducir el hambre, aumentar la sensación de saciedad y retrasar el vaciamiento del estómago, lo que se traduce en una pérdida de entre un 10 % y un 20 % del peso corporal. Además, un estudio internacional con semaglutida mostró beneficios adicionales en la reducción de eventos cardiovasculares graves, lo que reforzó su atractivo médico.
El impacto de estos medicamentos fue tan grande que, según la publicación Undark, en la primavera de 2024 uno de cada ocho adultos en Estados Unidos había probado al menos un fármaco de esta familia. El dato cobra relevancia en un país donde cerca del 40 % de los adultos convive con obesidad.
El desafío de la adherencia
Pese a los resultados clínicos, la permanencia en el tratamiento sigue siendo baja. Un análisis de Prime Therapeutics —una de las principales organizaciones que intermedian entre aseguradoras, farmacias y fabricantes— mostró que solo el 8 % de los pacientes mantenía la terapia tres años después de haberla iniciado.
Las cifras reflejan un descenso progresivo: al cumplir un año, un 32 % continuaba; al segundo año, el número caía al 15 %; y al tercero, apenas 1 de cada 12 seguía aplicándose las inyecciones. La diferencia entre productos también es marcada: mientras la semaglutida semanal (Wegovy) alcanzó una tasa de persistencia del 14,3 %, la liraglutida diaria (Victoza) apenas llegó al 2,5 %.
Costos y efectos secundarios: principales barreras
El precio elevado de estos medicamentos es uno de los factores de abandono más frecuentes, especialmente en países donde la cobertura médica no incluye tratamientos para la obesidad. A esto se suma la aparición de efectos adversos.
Casi la mitad de los pacientes que dejó la terapia señaló molestias digestivas —náuseas, vómitos o diarrea— como motivo principal. Aunque estas reacciones suelen ser leves y temporales, persisten temores sobre complicaciones mayores, incluso cáncer, a pesar de que los estudios actuales sugieren que los GLP-1 podrían estar vinculados con un menor riesgo de algunos tipos de tumores.
El “rebote” después de suspender el uso
Los expertos advierten que el abandono abrupto de estos fármacos puede provocar un efecto rebote en el peso corporal. Es decir, la persona recupera rápidamente los kilos perdidos, e incluso puede superar su peso inicial. Además, si no se acompaña con una alimentación balanceada y actividad física, la pérdida de masa muscular y de densidad ósea es un riesgo real.
“Estos medicamentos no son mágicos: deben formar parte de un tratamiento integral que incluya nutrición y ejercicio. De lo contrario, la suspensión puede empeorar la situación”, señaló el endocrinólogo estadounidense Spencer Nadolsky.
Señales de mejora en los últimos años
No todo son malas noticias. La persistencia en el primer año de uso muestra un repunte con los fármacos más nuevos. En 2021, apenas el 33 % de quienes iniciaban con Wegovy lo seguía utilizando al cabo de un año. Sin embargo, en 2024 esa proporción trepó al 62,7 %. Algo similar ocurrió con Zepbound, aprobado en 2023.
Este aumento se vincula a la resolución de problemas de suministro, una mejor gestión de los efectos secundarios y la inclusión de programas de apoyo al paciente para enfermedades crónicas. “La integración de la medicina conductual con la farmacoterapia parece estar marcando la diferencia”, explicó Patrick Gleason, vicepresidente adjunto de resultados de salud de Prime Therapeutics.
Voces a favor y en contra
Si bien los avances son alentadores, algunos investigadores recomiendan cautela. Desde la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, el doctor Farhad Mehrtash recordó que “los resultados, aunque prometedores, deben interpretarse con cuidado, ya que los estudios carecen de grupos de control y pueden tener sesgos de selección”.
Otros especialistas ponen en duda la efectividad de los programas de acompañamiento. “No son realmente integrales ni ofrecen continuidad médica y nutricional. Eso fragmenta la atención y limita el éxito a largo plazo”, apuntó Nadolsky.
Ozempic, el nombre más sonado
Dentro de esta familia de medicamentos, Ozempic es el más popular. Su principio activo es la semaglutida, que no solo regula el apetito, sino que también mejora la sensibilidad a la insulina y controla los niveles de glucosa en sangre.
“El fármaco induce al estómago a vaciarse más lentamente y evita que el hígado libere exceso de azúcar. Esa combinación ayuda a mantener la saciedad y a controlar el apetito”, explicó el médico paraguayo Robert Núñez.
En Argentina fue aprobado recientemente para el tratamiento de la obesidad y el sobrepeso. En Paraguay, sin embargo, ya está disponible desde hace un tiempo y se puede conseguir incluso sin receta médica, lo que preocupa a los especialistas.
Riesgos del consumo sin supervisión
El doctor Núñez advirtió que usar Ozempic sin control profesional incrementa el riesgo de complicaciones. “Puede causar deshidratación y afectar la función renal. Además, los efectos secundarios gastrointestinales pueden ir desde leves hasta severos. El uso irresponsable puede empeorar las consecuencias de la obesidad, que es una enfermedad crónica y multifactorial”, afirmó.
La Agencia Europea del Medicamento, por su parte, también alertó sobre el mal uso de estos fármacos y recomendó siempre un abordaje multidisciplinario.
Fonte: Paraguay.com