Septiembre amarillo: Paraguay frente al desafío de prevenir el suicidio

Cada 10 de septiembre, el mundo se detiene para reflexionar sobre un tema tan delicado como urgente, la prevención del suicidio.

Desde el 2003, la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), promueve esta fecha como el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. El propósito es recordar que esta es una problemática de salud pública que puede y debe prevenirse.

En Paraguay, la situación es preocupante. Las cifras oficiales muestran que el suicidio aumentó de manera sostenida en los últimos once años. En 2023 se registraron 630 muertes por esta causa, y solo en los primeros seis meses del 2024 ya se contabilizan 305 casos. Estos números reflejan una tendencia que requiere de políticas sólidas y de un compromiso social amplio para revertirse.

Un fenómeno que afecta de manera desigual

Aunque a nivel global la tasa de suicidios ha disminuido, la OMS advierte que en las Américas ocurrió lo contrario: entre 2000 y 2019 los casos aumentaron un 17 %. Paraguay forma parte de este contexto.

La vulnerabilidad se acentúa en jóvenes y adolescentes. El Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu informó que entre enero y julio de este año se registraron 45 internaciones por intentos de suicidio y autolesiones en menores de 10 a 18 años. A escala global, el suicidio es la cuarta causa de muerte en personas de 15 a 29 años, y la mayoría de las víctimas son varones.

La OMS también señala que el 77 % de los suicidios ocurren en países de ingresos bajos y medianos, lo que refleja la importancia de las desigualdades sociales y económicas en esta problemática.

Políticas públicas y nuevos programas

El Ministerio de Salud, a través de la Dirección Nacional de Salud Mental, presentó la Política Nacional de Salud Mental 2024-2030, una hoja de ruta alineada con la Ley N° 7.018/2022. Este plan busca organizar los servicios según niveles de complejidad, integrar recursos comunitarios y fomentar la participación activa de familias y usuarios en el proceso de atención.

Dentro de esta estrategia se destaca la creación del Manual Organizacional de la Red de Salud Mental y Adicciones, que pretende coordinar de forma más efectiva la oferta de servicios en todo el país. Su aplicación será gradual y dependerá del trabajo interinstitucional.

Asimismo, se conformó un Directorio Nacional de Profesionales de Salud Mental, que se actualiza cada tres meses con el objetivo de distribuir mejor los recursos. No obstante, la cantidad de especialistas sigue siendo insuficiente frente a la creciente demanda.

En paralelo, Paraguay avanza con el Programa de Acción Mundial para Superar las Brechas en Salud Mental (mhGAP) de la OMS. Este plan busca capacitar a médicos, psicólogos y enfermeros del primer nivel de atención en detección temprana, manejo de crisis y acompañamiento a personas con trastornos mentales, neurológicos o de consumo problemático de sustancias.

La línea de crisis: una deuda pendiente

Una de las herramientas más esperadas es la Línea de Crisis de Salud Mental, que se encuentra en fase de preparación. Esta línea ofrecerá atención inmediata a personas en riesgo, con equipos entrenados para contener y derivar los casos a los servicios correspondientes.

Especialistas coinciden en que contar con este recurso podría marcar un antes y un después en la respuesta estatal, ya que muchas muertes se producen en momentos de desesperación donde una escucha activa y profesional puede salvar vidas.

Romper el silencio: la comunidad como actor clave

Más allá de las políticas oficiales, la prevención requiere de un cambio cultural. La psicóloga clínica Dra. Mariana Gómez, sostiene que el primer paso es hablar del tema sin prejuicios:

“El suicidio es el resultado de múltiples factores: sociales, familiares, emocionales y de salud. No se trata de un acto aislado, sino de un proceso que puede detectarse si aprendemos a escuchar. Debemos superar el miedo a preguntar o a conversar sobre el malestar emocional. El silencio, muchas veces, se convierte en un enemigo”.

psicóloga clínica Dra. Mariana Gómez

La especialista insiste en que la familia y los amigos tienen un rol central:

“Prestar atención a cambios bruscos de comportamiento, expresiones de desesperanza, aislamiento o abandono de actividades es clave. Lo más importante es no juzgar, no minimizar el sufrimiento y buscar ayuda profesional de inmediato”.

También subrayó que los intentos de suicidio no son “llamados de atención” sino pedidos de ayuda que deben ser tomados con absoluta seriedad.

Prevención en lo cotidiano

El acompañamiento profesional debe complementarse con medidas simples que fortalezcan la salud mental. El Ministerio de Salud recomienda mantener hábitos como:

• Actividad física regular.

• Alimentación equilibrada.

• Descanso adecuado.

• Espacios de ocio y recreación.

Tras un intento de suicidio, es fundamental garantizar la continuidad de la atención médica, restringir el acceso a medios de autolesión y ofrecer un entorno familiar de apoyo que valide las emociones de la persona en recuperación.

Señales de alerta:

• Cambios drásticos en el comportamiento.

• Frases de desesperanza o ideas de muerte.

• Aislamiento social.

• Pérdida de interés en actividades habituales.

• Conductas de riesgo o autolesiones.

Recomendaciones básicas:

• Escuchar sin juzgar.

• Validar las emociones.

• Buscar ayuda profesional.

• Mantener redes de apoyo familiares y comunitarias.

Recursos en Paraguay:

• Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social – Dirección de Salud Mental.

• Hospital de Clínicas, Hospital Psiquiátrico y centros de salud distritales.

• En breve: Línea de Crisis de Salud Mental (en implementación).

Fonte: Paraguay.com