El nuevo reto para los padres: educar en medio de influencers y pantallas

La conectividad se volvió parte del día a día, cada vez más niños crecen rodeados de dispositivos que les presentan un universo inagotable de videos, tendencias, retos y creadores de contenido.

Lo que antes se limitaba a la televisión hoy se multiplica en TikTok, Instagram, YouTube y otras plataformas donde los más jóvenes e incluso niños encuentran humor, información, diversión, pero también modelos de conducta que pueden moldear su personalidad sin que los adultos lo noten.

El pediatra Robert Núñez, preocupado por este fenómeno, volvió a encender las alarmas sobre un tema que muchos padres todavía subestiman, los influencers —positivos o negativos— ya forman parte de la crianza emocional y social de los menores. Su llamado coincidió con la difusión de una polémica encuesta sobre los influencers paraguayos más cuestionados, pero el eje de la discusión va mucho más allá de esa lista. El verdadero foco está en la forma en que los niños absorben, imitan y reproducen lo que ven en pantalla.

La nueva crianza digital: cuando los niños aprenden desde el teléfono

Las redes sociales se convirtieron en el principal espacio de entretenimiento para miles de niños y adolescentes en todo el mundo. Allí no solo ven videos: aprenden expresiones, modismos, maneras de resolver conflictos, ideas sobre el cuerpo, sobre el éxito y sobre el valor personal.

El consumo constante de contenido genera un fenómeno que los especialistas denominan “identificación digital”: los niños eligen a ciertos creadores como referentes, los adoptan como modelos y reproducen sus conductas. Aunque para un adulto esto puede parecer inofensivo, en etapas de desarrollo los mensajes repetidos pueden convertirse en normas de comportamiento.

La influencia es silenciosa, cotidiana y persistente. Sin acompañamiento, un niño puede normalizar:

• La burla como forma de humor.

• La agresión verbal como respuesta a un conflicto.

• La comparación social constante.

• La idea de que la felicidad depende de la apariencia o del dinero.

• La exposición exagerada de la vida privada.

Por eso, Núñez insiste en que la pregunta no es si los niños consumen contenido digital, sino qué tipo de contenido consumen.

Influencers positivos existen, pero no siempre son los más visibles

En medio del ruido digital, también surgen voces que promueven valores fundamentales: respeto, empatía, disciplina, creatividad. Estos influencers enseñan deportes, música, lectura, ciencia, organización personal o historias inspiradoras de superación.

El problema —según el pediatra— es que muchas veces los perfiles constructivos no son los que más circulan ni los que los algoritmos recomiendan, ya que las plataformas priorizan contenido que genera clics, risas, polémica o controversia. Así, los menores pueden quedar expuestos a una corriente de estímulos que no siempre refleja los valores que los padres desean transmitir.

Núñez plantea que la solución no pasa por prohibir, sino por acompañar, dialogar y enseñar a distinguir entre contenidos que aportan algo y aquellos que refuerzan comportamientos dañinos.

Una de las claves: enseñar a los hijos a pensar lo que ven

La educación digital es hoy tan importante como enseñar a leer o escribir.

Los niños necesitan aprender a:

• Identificar mensajes violentos o discriminatorios.

• Entender que lo que ven en redes está editado y no siempre es real.

• Reconocer cuando algo promueve estereotipos o expectativas irreales.

• Saber que no deben imitar conductas peligrosas o humillantes.

• Desarrollar criterio para elegir qué los hace sentir bien y qué no.

Según especialistas en psicología infantil, un niño acompañado emocionalmente tiene menos riesgo de caer en imitaciones dañinas, porque puede diferenciar entre entretenimiento y realidad.

¿A qué edad deberían tener redes sociales?

Este punto sigue siendo controversial, pero la postura de Núñez es clara:

los menores de 14 años no deberían manejar cuentas propias, ya que aún no tienen la madurez emocional para comprender el peso de la exposición.

Luego de esa edad, recomienda:

• Uso supervisado.

• Límites de tiempo.

• Control parental activo.

• Conversaciones periódicas sobre lo que ven y siguen.

• Construcción de hábitos digitales saludables.

El objetivo es que el adolescente, poco a poco, pueda navegar con independencia sin poner en riesgo su bienestar emocional.

¿Qué significa realmente ser un influencer para un niño?

La palabra “influencer” se volvió tan cotidiana que se utiliza sin reflexionar sobre su verdadero impacto. Para un niño, un influencer no es solo un creador de videos: es un referente, una figura admirada y, muchas veces, una guía para interpretar el mundo.

Un influencer puede influir en un niño al:

• Reforzar la forma en que se comunica.

• Definir qué considera “cool” o “aceptable”.

• Modelar su manejo de conflictos.

• Afectar su autoestima a través de comparaciones.

• Instalar creencias sobre el cuerpo, el éxito o las relaciones.

• Normalizar conductas que pueden ser inapropiadas para su edad.

Esto convierte al ecosistema digital en una responsabilidad compartida entre la familia, la escuela y la sociedad.

El verdadero desafío: padres presentes en un mundo hiperconectado

Para Núñez y otros profesionales, la presencia afectiva es escencial. No se trata de vigilar, sino de guiar.

Las recomendaciones más importantes incluyen:

• Saber quiénes son los influencers que más consumen los hijos.

• Hablar con ellos sobre lo que ven y por qué les gusta.

• Proponer alternativas de contenido positivo.

• Crear momentos sin pantallas que fortalezcan la comunicación familiar.

• Enseñarles que las redes no determinan su valor como persona.

En una era donde el algoritmo puede convertirse en un tutor silencioso, los adultos deben recuperar su rol protagónico en la formación emocional de los niños.

“Lo que un niño consume hoy, influirá en cómo se relaciona mañana con los demás, con el mundo y consigo mismo”

Dr. Robert Núñez.

Fonte: Paraguay.com